viernes, 23 de febrero de 2007

trabajo de Amalia


1/9 Primer relato de las 9 mujeres de los sábados.
La cronista, Amalia. El caso, el registro de conducir de su madre. La dificultad, encontrar la forma de enfrentarse a las restricciones de un relato autobiográfico no directo.
La fotografía es exacta. Tiene todos los detalles a la vista, y en la medida que se puede saltar al vacío con la imaginación, tiene muchos otros.
Escribir es una propuesta invertida. Hay que armar la foto de una manera precisa. Nada puede darse por hecho, es como un cuento para colorear antes de entregarlo a las plastipinturitas.
El desafío es transformar la historia en una nueva historia. Trabajaremos para que no pierda la consistencia de lo autobiográfico y a la vez que se construya como un relato personal.

De ahora en adelante, la primera persona es Elena.
El resto de los personajes,
Una madre
Un abuelo
Una historia
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1281, la madre.


Dice Elena que en la radio informaron que en el mes de diciembre de 2006, se habían entregado en la ciudad de La Plata 1.280 registros de conducir.
(No averigüó la edad promedio en la que se saca mayoritariamente el registro).
El examen consta de dos partes:
Una teórica que hace hincapié en la reglamentación y condiciones básicas para circular, como por ejemplo: documentación reglamentaria, elementos indispensables que debe portar el automóvil, señalización (preventiva, reglamentaria e informativa) y maniobras básicas, y una parte práctica que consta en un estacionamiento lateral en dos maniobras y el otro a noventa grados (casi perpendicular al cordón), y una vuelta conduciendo por un predio que la Dirección de tránsito destina a este fin.

1281, la madre

Para su mamá, aprobar el examen para el registro de conducir es una asignatura pendiente desde hace muchos años. No se siente capaz de conducir un vehículo y es un sueño en el cual pone su deseo motivada por las clases de manejo.
Sintió que había llegado su hora y no podía dejar pasar más tiempo.
A pesar del miedo que le provoca el las pruebas de estacionamiento y alcance visual, se siente a gusto de poder enfrentarlas.

Las cuestiones prácticas estaban cubiertas con la escuela de manejo; ahora, las teóricas su mamá tenía que estudiarlas en casa, y como ella ya le había ofrecido mi ayuda para el repaso, al mejor estilo detallista de su mamá para con todas sus cosas, la última semana se desató un “repaso-obsesión” de un librito rojo con las normas de tránsito. Al final de la semana, estaba lista y yo podía recitar el librito de memoria de principio a fin e incluso de atrás hacia delante como si fuera un mensaje satánico.

Oferto apoyo escolar para las leyes de tránsito ad-honorem. Elena.

La madre 1281 proviene de una familia que siempre estuvo en contacto con los vehículos y el automovilismo deportivo.
Su padre tenía un taller mecánico. Corría en Turismo Carretera como acompañante, mecánico, y a alguna vez, también como conductor.
Recorrió el país cuando el circuito de Turismo Carretera abarcaba varias provincias, incluyendo la de Mendoza de donde era oriundo (mi mamá también nació en San Rafael y a los 20 años vino a vivir a la ciudad de La Plata). Paradójicamente falleció a los 26 años. Un desperfecto mecánico provocó el corte de la dirección hidráulica del camión que estaba manejando y arrastró por el envión a otro, de carga, estacionado en la banquina. 1281 tenía entonces dos años.

Pese a una búsqueda insistente entre los integrantes de la familia, Elena no consiguió fotos de mi abuelo y el automovilismo.
Apoya la cabeza sobre la mesa y recuerda:

- Un verano encontré, camino a Las Leñas, en un parador del hotel Los Moyes (unos 30 kilómetros antes de llegar a destino) sobre una de las paredes de la sala, fotos enmarcadas sobre las actividades locales (las fincas, viñedos, pistas de sky y carreras de autos) Para mi sorpresa, en una de las fotografías, estaba mi abuelo, acompañante en un auto preparado por él (mi familia me dice que en esa orpotunidad había corrido como acompañante de Bessone, padre del que después fuera un conocido corredor de Turismo Carretera)

El dueño del salón no estaba. Pensó en volver otro día, pero con el tiempo lo siguió postergando.

El jueves 25 de enero de 2007, el día del examen. Ocho en punto de la mañana, con el DNI y la constancia del factor sanguíneo en mano, mamá 1281 salió a las pistas administrativas completando los numerosos formularios, el examen de la vista y la foto digital. En el teórico, treinta y ocho respuestas correctas sobre cuarenta y el estacionamiento salio fenómeno, en dos maniobras y sin percances. Abonada la tasa municipal correspondiente (80 pesos argentinos) a las diez y media y con una alegría fenomenal, estaba en la calle, con el registro en mano y un infaltable comentario de género ¡pero que fea salí en la foto!


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